Saltar al vacío, detener el tiempo e intentar hacer un mundo mejor: "Megalopolis" de Coppola
Cuando hablamos de Francis Ford Coppola, es inevitable no sentir un cosquilleo de anticipación. ¿Cómo no hacerlo cuando se trata del autor de obras maestras como El Padrino o Apocalypse Now? Sin embargo, con Megalopolis (2024), Coppola vuelve a saltar al vacío, sin red, en una apuesta personal y arriesgada que recuerda a las películas que hizo durante los 70 y 80. Y aunque la película no es perfecta, tiene algo que muchas otras carecen hoy en día: alma, pasión, y una visión que trasciende lo meramente esquemático.
En Megalopolis, Coppola mezcla la Roma Imperial con la Nueva York contemporánea, creando una fábula utópica que reflexiona sobre el poder, los sueños y la construcción de un mundo mejor. El elenco estelar, encabezado por Adam Driver, Giancarlo Esposito, Nathalie Emmanuel, Aubrey Plaza y otros nombres ilustres, da vida a esta historia con actuaciones comprometidas, aunque el verdadero protagonista aquí es la visión del director.
El espíritu de los 70 y 80: un regreso al cine de autor
Desde los primeros minutos, Megalopolis me recuerda inevitablemente a películas como Corazonada, La ley de la calle (Rumble Fish), y Tucker: un hombre y su sueño. Estas no son películas fáciles; son obras llenas de pretensiones, riesgos estéticos, y una carga emocional evidente. Pero, a diferencia del cine mainstream de hoy, aquí el cineasta no busca agradar a todos. Coppola se arriesga a desafiar a su público, a invitarles a reflexionar.
Y eso es precisamente lo que hace de Megalopolis una película tan necesaria hoy. En una era en la que el cine está dominado por superhéroes y franquicias interminables, Coppola nos recuerda que aún existe espacio para el cine personal, audaz y arriesgado. Esto es algo que también veíamos en los trabajos de otros directores de su generación, como Scorsese en New York, New York o Cimino en La puerta del cielo.
Irregularidad en la perfección
No voy a mentir: Megalopolis no es una película perfecta. Tiene momentos irregulares, y algunas decisiones narrativas pueden desconcertar a más de uno. Pero lo que más valoro aquí es la ambición. Coppola no se conforma con lo seguro, ni con lo predecible. Cada plano está cargado de pasión, cada escena parece diseñada para transmitir una idea, aunque a veces esta no sea clara.
Esta irregularidad es, paradójicamente, lo que hace que la película sea tan fascinante. En un mundo cinematográfico donde muchas producciones parecen fabricadas en serie, ver algo tan único, tan lleno de vida, es refrescante. Puede que no todos los elementos funcionen, pero aquellos que lo hacen, lo hacen de una manera extraordinaria.
La utopía y los sueños como motor del mundo
Uno de los temas más presentes en Megalopolis es el poder de los sueños. En un mundo que cada vez parece más cínico, donde la política, la economía y la sociedad parecen seguir un camino pragmático y frío, Coppola nos invita a no renunciar a soñar. En ese sentido, la película también evoca recuerdos de obras como El manantial de King Vidor y Hugo de Scorsese. Ambas películas también hablan sobre la capacidad del individuo para soñar, para desafiar las convenciones, y para luchar por una visión propia del mundo.
Aquí, Nueva York se convierte en un campo de batalla entre lo viejo y lo nuevo, entre la Roma Imperial y una posible utopía moderna. Es una ciudad que, al igual que sus habitantes, está en constante conflicto entre la tradición y la innovación. El mensaje de Coppola es claro: no podemos avanzar sin sueños, sin ambiciones, sin utopías.
La recepción crítica y el público
Es curioso cómo ha sido recibida Megalopolis. Mientras la crítica parece estar en las nubes con la película, alabando la audacia de Coppola, parte del público parece más reticente. Quizás sea porque hemos perdido la costumbre de ver cine de autor en las salas. Vivimos en una época en la que el cine está lleno de fórmulas y algoritmos, y Megalopolis es todo lo contrario. Es una película hecha con las tripas, con una visión clara y personal. No busca complacer a todos, y eso es precisamente lo que la hace tan especial.
Comparaciones inevitables: Cimino y Scorsese
No puedo evitar pensar en otras películas similares al ver Megalopolis. La comparación más obvia es con La puerta del cielo de Cimino. Ambas películas comparten esa ambición desmedida, ese deseo de contar una historia grande, épica, aunque el resultado no siempre sea perfecto. Lo mismo ocurre con New York, New York de Scorsese, otra obra que fue mal entendida en su momento, pero que con el tiempo ha ganado un merecido reconocimiento.
Lo que estas películas tienen en común, y que también comparte Megalopolis, es que están hechas desde un lugar de pasión. No se conforman con lo seguro, sino que buscan explorar nuevos caminos narrativos y estéticos.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. ¿Es Megalopolis una película accesible para todos los públicos?
No necesariamente. Es una película que desafía al espectador, que requiere paciencia y una mente abierta. No es cine de entretenimiento fácil.
2. ¿En qué se inspira Coppola para Megalopolis?
La película mezcla elementos de la Roma Imperial con la Nueva York contemporánea. También hay claras influencias de obras pasadas del propio Coppola y de otros directores como Cimino y Scorsese.
3. ¿Vale la pena ver Megalopolis en el cine?
Absolutamente. Es una experiencia visual que merece ser vista en la pantalla grande, especialmente para aquellos que valoran el cine de autor y las propuestas audaces.
4. ¿Qué podemos aprender de Megalopolis?
La película nos recuerda la importancia de no dejar de soñar, de seguir luchando por una visión utópica del mundo, incluso cuando todo parece perdido.
Conclusión
Megalopolis es una película que no dejará indiferente a nadie. Aunque no es perfecta, es una obra llena de pasión, ambición y riesgos. En un mundo donde el cine parece estar dominado por fórmulas predecibles, la visión de Coppola se siente como un soplo de aire fresco. Puede que no todos la aprecien en su justa medida hoy, pero estoy convencido de que, al igual que ocurrió con Corazonada, esta película será reivindicada en el futuro.
Si eres de los que se quejan de la falta de cine adulto y arriesgado en la actualidad, no dudes en darle una oportunidad. Megalopolis no es solo una película; es un recordatorio de que los sueños, por más grandes que sean, son lo que mueve al mundo.
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